La presidenta de la Federación, María Fernanda Boriotti,
resaltó que Fesprosa viene sosteniendo la necesidad de un sistema de salud
universal desde su nacimiento en el año 2005. En los últimos años lo hizo en el
marco del Movimiento por el Derecho a la Salud y el Acuerdo Multisectorial por
los 15 puntos. “El debate sobre el sistema de salud argentino debe ser con
participación de todos los sectores y actores para construir participativamente
un sistema único, universal, integral e integrado en redes de atención,
eficiente y transparente”, dijo.
¿Cuál es la opinión
de Fesprosa sobre el debate en curso?
-A partir del acto de La Plata, en el cual la Vicepresidenta
puso en agenda la creación de un Sistema Integrado de Salud, tomó estado
público el documento de Soberanía Sanitaria que provocó una fuerte reacción del
establishment.
Al unísono, la dirigencia sindical y las Cámaras Privadas
salieron a pedir mayor aporte de
trabajadores y patrones, aumento en las cuotas de las prepagas y, en última
instancia, más subsidios del Estado. Esta sinergia no es casual. La alianza
estratégica entre la seguridad social sindical y la medicina privada los
convierte en socios entrañables.
El 80% de las prestaciones de las obras sociales las realiza
la medicina privada. Pensamos que esta
reacción desmedida es un síntoma de la fragilidad del sistema.
Promovemos una gran convocatoria a todas las fuerzas sanitarias para que la Medicina Privada deje de ser el sector dominante, el que imponga las
reglas del juego. Desde Fesprosa venimos impulsando tanto en el Movimiento por
el Derecho a la Salud como en el Acuerdo Multisectorial por los 15 puntos un
debate sobre el sistema de salud argentino con participación de todos los
sectores y actores para construir participativamente un Sistema Único,
Universal, Integral e Integrado en redes de atención, Eficiente y Transparente.
¿Cómo ve la propuesta
contenida en el documento de soberanía sanitaria?
-En el primer párrafo, el mismo se define en la polaridad
derecho-mercancía y a favor de la universalidad. Sin embargo, a la hora de
hacer operativas esas definiciones, el Sistema Nacional Integral (SNISA)
propuesto acepta la convivencia de tres sectores que tienen distintas bases: el
sector público, basado en la universalidad y el derecho de ciudadanía; el
sector de la cobertura social vinculada al trabajo en blanco; y la medicina
privada, basada en la capacidad de pago, donde claramente la salud es una
mercancía. Estos dos últimos, como decía antes, profundamente imbricados.
En lugar de avanzar sobre alguno de estos sectores, el
sistema propone su coordinación. Así que no se trataría de una reforma de fondo
ni de la creación de un sistema universal, sino una nueva propuesta de
coordinación entre los subsectores que
conforman hoy el sistema de salud argentino.
Si apoyamos la necesidad de
una ley nacional de salud y que una reforma constitucional que incorpore
a la salud como derecho humano, cosa que la Constitución de 1994 omitió.
¿Piensa que da
respuestas a la crisis del sistema?
- Sin dudas, es positiva la
formulación que habla de aumentar
la inversión directa en salud del Estado nacional a través de la creación de un
fondo nacional de salud, pero no hay especificidad del volumen de ese aumento
ni de los mecanismos de conformación del fondo.
Para nosotros es
clave la inversión del Estado nacional
en infraestructura, equipamiento y recursos humanos, financiados por Nación..
Los primeros atisbos se vieron en el involucramiento de Nación en el manejo de
la pandemia, la construcción de hospitales modulares y el apoyo financiero a
determinados tipos de contrataciones temporarias. La definición de inversión
directa del Estado nacional en hospitales de alta complejidad en las provincias
va en esa dirección y también lo consideramos de gran importancia.
¿Cuáles son los
puntos que resaltaría como positivos y cuales las insuficiencias?
-Ya mencionamos la definición a favor del aumento de la
inversión estatal federal. Añadimos la política de medicamentos que se basa en el relanzamiento de la ANLAP y
la producción publica de medicamentos.
Otro párrafo que coincide con los 15 puntos es la paritaria
nacional de salud. No deja de ser reconfortante después de haber batallado por
más de 20 años en soledad que en un
documento como el que analizamos aparezca esta formulación. Obviamente, habrá que
bajarla a tierra. Los trabajadores de la salud la tomamos como propia y la
hacemos nuestra bandera.
¿Y qué otros puntos
le gustaría recalcar?
El documento también tiene definiciones generales sobre
otros ejes temáticos: salud y género; salud, ciencia y tecnología; salud
laboral, salud y saberes ancestrales; salud, niños y adolescentes; salud
escolar; y salud de las personas mayores. Obviamente son todas definiciones
generales con las cuales, aún con matices, tenemos un acuerdo global.
En particular, ¿Qué opina sobre el impacto de la pandemia en la seguridad social y el sector
privado? ¿Son razonables sus reclamos sectoriales?
-Durante la pandemia los ingresos del sector
privado/seguridad social disminuyeron por la vía de la rebaja salarial en los
estatales y la pérdida de puestos de trabajo en el privado. El Estado salió a
auxiliarlos con subsidios directos y desgravación impositiva, las ATP y el bono
estímulo. Pero no hay ninguna evidencia de que el sector privado y la seguridad
social hayan aumentado sus gastos netos durante la pandemia. El aumento de
prestaciones COVID contrastó con una postergación fenomenal de otras
prestaciones de baja y alta complejidad.
Nos llama la atención que un sector del sindicalismo empresarial
vuelva a poner en agenda la disminución del salario real de los trabajadores
por la vía de un aumento de aportes para subsidiar sus negocios. Para nosotros
la universalidad debe ser financiada por
rentas generales y una reforma impositiva progresiva.
¿Le parece oportuno
lanzar este debate en plena pandemia?
-Desde Fesprosa retomamos el ítem 6 de los 15 puntos:
“Promover un debate participativo sobre el sistema de salud argentino con
participación de todos los sectores y actores para construir participativamente
un Sistema Único, Universal, Integral”. La pandemia demostró que la cenicienta
del complejo sanitario argentino, el sistema público de salud, estuvo en
primera fila y le puso e pecho a las balas. Los que no quieren debatir ahora
las reformas esperan que la marea baje y la opinión pública olvide la necesidad
imperiosa de fortalecer el sistema público de salud. Por eso es que urge
convocar a este debate con los representantes de los trabajadores,
de los territorios, de las organizaciones sindicales y sociales, de la
universidad, de los estudiantes, de la ciencia de la salud. Así podremos
dar los primeros pasos en dirección de
reformar un sistema fragmentado y desigual como el que rige hoy la salud en
Argentina.