El aumento de los contagios y la mortalidad en el personal de salud exige una respuesta integral centrada en los trabajadores. Desde Fesprosa señalaron que “la decisión debe ser hoy y en el máximo nivel del Estado”.
Los
trabajadores de la salud representados por sus organizaciones nacionales queremos
elevar nuestra visión sobre la actual fase de la pandemia y las propuestas para
afrontarla.
En el día
de ayer luego de una reunión con una sociedad científica y un grupo de trabajadores
invitados por el Ejecutivo nacional, el presidente de la Nación concluyó que la
única salida es hacer más estrictas las medidas de aislamiento social
obligatorio.
Desde
Fesprosa siempre acompañamos las resoluciones dictadas por la autoridad sanitaria.
Sin embargo en esta etapa queremos hacer notar que sin una intervención
decidida y enérgica en el punto débil de la cadena, el de los trabajadores de
salud, toda acción será insuficiente.
Cuidar a los equipos de salud
El día 18
de agosto el Comité Nacional de Gestión de Crisis (COE) emitió once recomendaciones
para paliar la grave situación que están viviendo los equipos de salud. Sin embargo
a la fecha las mismas no fueron giradas a las autoridades sanitarias
provinciales ni publicadas en la página del ministerio de salud. Este retraso inexplicable
debe ser subsanado de inmediato.
Las once
recomendaciones son:
- Circular información de casos de trabajadoras y trabajadores de la salud positivos, para Covid-19 fallecido y aislado en su entorno para que las organizaciones participantes del COE podamos intervenir apoyando a los y las compañeras en situación de aislamiento y sus familias.
- Mantener de manera estricta la separación de los ámbitos Covid y no Covid en todos los establecimientos de salud.
- Eximir de tareas a las y los trabajadores con co-morbilidad en función del alto riesgo que les produce para su salud en el marco actual de la pandemia, atento que como trabajadorxs esenciales no pueden hacer uso de las licencias x Covid-19 .
- Realizar de manera regular el relevo de personal para otorgar las licencias a los grupos de riesgo.
- Promover el testeo regular de todo el personal con los diversos métodos disponibles, tanto para evaluar seroprevalencia como para detectar y aislar a los positivos asintomáticos.
- Promover acciones de cuidado de la salud mental, sobre los grupos con compañeros y compañeras con casos positivos.
- Extremar el cuidado en el uso de los EPP promoviendo su puesta y retiro en ámbitos adecuados.
- Extremar dicho cuidado en las áreas comunes manteniendo los protocolos de uso de barbijo y distanciamiento en los mismos.
- Refuncionalizar los comités de crisis con la incorporación de las delegaciones gremiales en todos los niveles.
- Avanzar en una reparación integral para el grupo familiar del fallecido ya que la particularidad de un deceso por COVID 19 supone una situación altamente angustiante en el contexto del aislamiento por la pandemia.
- Proteger a los y las trabajadores/as evitando la extensión de la jornada laboral dentro y /o fuera del establecimiento en pos de prevenir el desgaste laboral.
AGOTAMIENTO DEL PERSONAL Y DEL PRESUPUESTO DE SALUD
La
prolongación de la pandemia más allá de las previsiones iniciales no solo agotó
a los equipos sanitarios sino también a los recursos del Ministerio de Salud de
la Nación. Sin un horizonte de esperanza de mejora de los salarios, de acabar
con la precarización y el pluriempleo, quienes están hoy en la trinchera
seguirán trabajando sin ver la luz al final del túnel. Eso significa más
agotamiento, stress y enfermedad. Solo el Gobierno nacional, con compromisos
políticos firmes de apertura de paritarias en todos los niveles del Estado
junto al fin del trabajo precario, con inversión adecuada, puede dar ese
mensaje esperanzador.
Un primer
paso debe ser la extensión del bono estimulo hasta fin de año, duplicando su
monto y modificando el decreto 315 para que alcance a todos los trabajadores de
la salud. Entrar en la fase más crítica sin recursos humanos puede traer consecuencias inimaginables.
No lo
decimos nosotros. En su reciente informe sobre trabajo de las mujeres en el
COVID-19 en la Argentina, la OIT emitió una serie de recomendaciones urgentes
que transcribimos. Las mismas, si bien están enfocadas en las trabajadoras, son
válidas por extensión a todo el equipo de salud.
Buenas prácticas y recomendaciones de políticas públicas
La respuesta política para mejorar la
situación de las trabajadoras de la salud durante y después de la crisis de la
COVID-19 debe seguir un enfoque integral y multidimensional que permita abordar los
impactos descritos anteriormente. Además de asegurar la protección, seguridad y
salud de las trabajadoras sanitarias en el actual contexto, es necesario
adoptar acciones coordinadas adecuadas para mejorar su situación de mediano y
largo plazo.
Garantizar la
seguridad, salud y las necesidades inmediatas de las trabajadoras de la salud. Cada trabajadora o trabajador infectado por la COVID-19, además de ser
una persona que necesitará atención médica, es un agente menos en la lucha
contra la pandemia. Por lo tanto, es de suma importancia garantizar su salud y
seguridad, al igual que la del personal de apoyo (por ejemplo, quienes se
ocupan de la lavandería, el personal a cargo de la limpieza y de la eliminación
de los desechos sanitarios), también mayoritariamente conformado por mujeres.
La protección y la seguridad del personal sanitario, en particular de
trabajadoras y trabajadores de primera línea quienes son predominantemente
mujeres, debe ser garantizada (ONU Mujeres; PNUD; OCHA, 2020).
Establecer límites
máximos de horas de trabajo y promover modalidades de trabajo flexibles. En la actualidad, buena parte de las trabajadoras de la salud está
afrontando una inmensa carga de trabajo adicional, horas de trabajo prolongadas
y falta de periodos de descanso. Deberían adoptarse disposiciones apropiadas
con respecto al horario de trabajo, para que las trabajadoras de la salud
puedan equilibrar las exigencias del servicio sanitario con su vida familiar y
su propio bienestar.
Recompensar el trabajo
realizado como respuesta a la crisis.
Establecer una
política regulatoria coherente. Una armonización
coherente de la normativa laboral que afecta a las trabajadoras de salud es
necesaria.
Asegurar una
legislación acorde a las competencias de las trabajadoras.
Avanzar en la
homogenización de las condiciones de trabajo. Aún se observa una alta heterogeneidad entre los convenios para el
sector privado y público y una desarticulación de los convenios que abarcan a
trabajadoras y trabajadores de las distintas jurisdicciones municipales,
provinciales y nacionales.
Fesprosa sostiene que ES IMPRESCINDIBLE LA PARITARIA NACIONAL PARA EL SECTOR PÚBLICO DE SALUD
YA
Aumentar la inversión
en el sector de la salud. De acuerdo a las estimaciones de
la OIT, aumentar las inversiones en salud en Argentina para lograr los ODS generaría
1,6 millones de empleos en el país para 2030 (1,45 millones en el sector de la
salud y 155 mil empleos indirectos en otros sectores no vinculados directamente
al cuidado). Esto es equivalente a más de 886 mil empleos en comparación con
2015 (un aumento del 122 por ciento). A su vez, esta inversión implicaría un
gasto total público y privado en salud de 46,2 mil millones de dólares para
2030, un aumento del 56,8 por ciento con respecto a los niveles de 2015. Como
mínimo, el 17,3 por ciento de cualquier gasto público adicional se recuperaría
en el corto plazo a través de los ingresos fiscales.
Contratar y formar a
más personal de salud. Los sistemas de salud sostenibles
dependen de la planificación prospectiva de su fuerza laboral. La contratación
ad hoc debe tener en cuenta cuestiones no solo logísticas y financieras, sino
también factores como la seguridad y salud en el trabajo, la protección social,
la remuneración, los periodos de descanso y las disposiciones con respecto a
las horas de trabajo del personal contratado. Los gobiernos deberían celebrar
consultas con los sindicatos y referentes sociales sobre la supervisión y
regulación de esas contrataciones especiales, fortalecer el sistema de
denuncia, tomar medidas efectivas contra la discriminación laboral (ONU
Mujeres, 2017), especialmente en sectores más vulnerables y expuestos a la
informalidad (por ejemplo en el cuidado de personas mayores y con discapacidad)
y asegurar que el personal contratado esté adecuadamente formado y cuente con
las capacidades necesarias para responder a la pandemia.
Acceso a servicios de
cuidado. Las mujeres realizan la gran mayoría del
trabajo de cuidado no remunerado en los hogares. El aumento de la carga de
cuidado, ante el cierre de escuelas y otros espacios de cuidado, hace todavía
más necesario fomentar medidas para apoyar a las trabajadoras sanitarias, de
tal modo que puedan combinar su labor en el contexto de pandemia y el cuidado
de su familia. Para contrarrestar la sobrecarga de cuidado en las mujeres del
hogar, es importante fortalecer la red de otros actores e instituciones
públicos, privados y el mercado laboral que puedan brindar esos servicios de
cuidado infantil, de personas mayores, con discapacidad o enfermas. Asimismo,
es recomendable implementar licencias remuneradas por maternidad, licencias
parentales, prestaciones monetarias para personas que están al cuidado de niñas
y niños pequeños, de personas adultas mayores o con discapacidad en el hogar.
Transversalizar la
perspectiva de género e involucrar a las mujeres en todas las fases de
respuesta y en la toma de decisiones. Esta pandemia ha
demostrado la importancia de integrar una perspectiva de género en la
preparación y respuesta ante emergencias de salud pública, ya que las mujeres
desempeñan un papel predominante como trabajadoras de salud de primera línea y
cuidadoras. Dar un tratamiento a los problemas que afectan al personal de la
salud desde un enfoque de género permite visibilizar las diversas
discriminaciones y la desvalorización económica y social de ciertas profesiones
más feminizadas, como la enfermería, que afectan el desarrollo laboral de las
mujeres. La tranversalización de la perspectiva de género en las políticas de
mercado de trabajo y en los sistemas de protección social, así como la
inclusión de grupos de mujeres más afectados por la crisis.
Valorizar a las trabajadoras de la salud. En muchas ocasiones se observa, en las profesiones de la salud, la
naturalización de la función de cuidadora por parte de las mujeres y la
persistencia de un estereotipo femenino con vocación y abnegación por las
tareas de cuidado de otras personas.
Proteger la salud
mental y ofrecer apoyo psicológico. La pandemia sitúa a
las trabajadoras de la salud en situaciones de exigencia excepcional. Por este
motivo, es importante adoptar medidas destinadas a erradicar la violencia y el
acoso laboral. En este sentido, la ratificación del Convenio N° 190 de la OIT
sobre la violencia y el acoso, y la aplicación de la Recomendación N° 206 que
lo suplementa, es un paso esencial. Estos instrumentos requieren que los
Estados tomen medidas para identificar a los sectores donde hay más exposición
a la violencia y el acoso, y que protejan a quienes están en estas situaciones.
Fortalecer las
organizaciones de trabajadoras y fomentar el diálogo social. Fortalecer la voz y participación de las trabajadoras de la salud es
fundamental para permitir que desempeñen un papel activo en la respuesta a la
COVID-19. La libertad de expresar inquietudes, por ejemplo, en torno a los
temas de seguridad y salud en el trabajo o rechazar las actividades que las
pongan en peligro, así como su derecho a organizarse y participar libremente en
el diálogo, son principios importantes que deben mantenerse incluso en
situaciones de emergencia como la actual. El diálogo social es importante no
solo para garantizar la preparación previa ante futuras emergencias, sino
también para mejorar la respuesta y la coordinación durante esas situaciones.
“Nos dicen que abordaremos esta agenda al
finalizar la pandemia. Será tarde. La decisión debe ser hoy y en el máximo
nivel del Estado”, sentenciaron desde el Consejo Ejecutivo Nacional de Fesprosa.
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