Argentina es el mayor consumidor de agrotóxicos por habitante del planeta. Más
de 400 millones de litros por año, más de 10 litros por habitante. La contaminación
de las aguas superficiales y subterráneas, de los suelos y los alimentos con
productos que impactan en la salud humana están llevando a una situación sin
retorno. Ni los controles en el almacenamiento y la distribución, ni las llamadas
“buenas prácticas agrícolas” son paliativo alguno cuando por su volumen e
intensidad el uso de agroquímicos desborda toda racionalidad ecológica.
La fumigación de escuelas defendida por el gobernador de Entre Ríos y el
presidente Macri es apenas la punta del iceberg de un fenómeno más profundo, la
expansión sin control del envenenamiento del agua, el aire y el suelo argentinos.
La explosión de la planta de Mercedes no es solo entonces el resultado de la
debilidad en los controles estatales. Ante la resistencia al principal herbicida, el
glifosato, cancerígeno prohibido ya en decenas de países, los dueños del
complejo de cultivos transgénicos con agroquímicos van introduciendo nuevas
drogas, más potentes y letales. El 2,4 d, el glifosinato y ahora el Paraquat de la
familia de los chlorpirifos.La planta de Mercedes fabricaba el 40% del Paraquat
que se comercializaba en el mercado argentino. Y tenía en la misma planta
incendiada depósitos de glifosato y bio diesel.
No hay inspección municipal,
provincial o nacional que alcance ante semejante desborde.
Desde 1996, año en que el presidente Menem y el secretario de Agricultura
Felipe Sola autorizaron los cultivos transgénicos, el problema no dejó de crecer y
TODOS LOS GOBIERNOS, argumentando la necesidad perentoria de divisas
provenientes de la exportación agroindustrial, hicieron la vista gorda .El
agotamiento del modelo es tal, que muchos productores emprendieron por su
cuenta la transición hacia la agroecología, convirtiendo, sin apoyo estatal, a
Argentina en el segundo productor agroecológico del mundo luego de Australia.
El tema está hoy ausente del debate presidencial. El FMI pide dólares y advierte
que las fuentes inmediatas que lo generan, fracking, megaminería y el complejo
agroindustrial, son intocables.
Si no hay un viraje dramático el mediano plazo que se avizora es de una
Argentina sufriendo los incendios y terremotos de Vaca Muerta, los derrames de
cianuro de Veladero y la nube de agrotóxicos del complejo agroindustrial, una
Chernobyl silenciosa, inundando aguas, contaminando el aire y el suelo.
El desastre de Mercedes no debe ser silenciado. Hay que empezar ya a discutir
un nuevo modelo productivo sustentable.
Colectivo Sanitario Andrés Carrasco
Red de Médicos de Pueblos Fumigados
CICOP-Fesprosa- Seccional Mercedes
Contactos para prensa:
Medardo Avila, de la Red de Pueblos Fumigados: 351-5915933
Gonzalo Moyano, integrante del Colectivo Sanitario Andrés Carrasco:
11-55962742
No hay comentarios:
Publicar un comentario